Realizando la asadación

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Relato de un ritual carnívoro con amigos

¿Te invito a La Cabrera?

—Sí, dale, dale de una. Pero… ¿Qué pensás de usar esa plata para comprar una buena nerca de un lugar más cheto y tirarla a la parrilla de casa?

Y justo (o no me acuerdo si eso lo vi antes y después se la tiré) vi una publicidad de Instagram de la carnicería Don Julio. No la parrilla sino la carnicería. 

—Aunque si te gusta más lo de La Cabrera está bueno —acoté—. ¡No  quiero imponer, eh! Lo aclaro por las dudas.

Cuestión: le dije que si lo hacíamos en el SUM de casa podíamos fumar porro y escabiar y estar con el fuego.

—OK, pero hay que hacer 24 horas de ayuno —aclaró.

Claro, esa era la consigna inicial. 24 horas de ayuno. Aunque pensé: ¿24 horas? Capaz es un decir, tipo “no almuerces”, o “no almuerces ni desayunes”. Pero después él fue repitiendo a lo largo del domingo: “no desayunen”, “no almuercen”, etc. Y a las 18 del sábado vi que mandó un mensaje al grupo de WhatsApp que se armó para el viaje a Bariloche diciendo que había empezado el ayuno cuando yo estaba en una muestra de fotografía y comí solo dos porciones de una pizza medio fría que habían sobrado.

Volvamos al viernes. Estoy en el tren San Martín a la mañana yendo para la oficina escuchando a Ernesto Tenenbaum y busco el número del lugar. 8:30 am creo que eran. Antes había armado una listita y me la había mandado por mail. Pero después me entero que en realidad le había escrito a la parrilla de Don Julio y no a la carnicería. ¿Por qué tenía agendado el número de la parrilla? No lo sé.

Domingo. Me levanto temprano. Hago lo de siempre: mate, columnistas políticos de los diarios del domingo, ver alguna serie o peli. Cuestión que metí un batacazo de Francis Mallmann. Cuando yo era chico y veía o escuchaba hablar de él me daba bronca porque me daba envidia lo que comía y vivía mientras yo comía una milanga (aunque una milanga no está mal). Después entendí, más de grande, que lo que hace Francis es armar una mise-en-scène y ahora me cago de risa. Entiendo que Francis debe tener cosas medio plomo en su vida cotidiana, tipo pagar el ABL o hacer un juicio para no pagar el impuesto a las grandes fortunas.

17 hs del domingo. Tengo que confesar que además de esas porciones de pizza el sábado a la noche, comí 1 mandarina bien temprano a la mañana del domingo y 1 banana más a la tarde. Me estaba matando la panza tanto mate sin comer nada. Ya vi como 4 entrevistas de Francis y su capítulo de la primera temporada de Chef’s Table de Netflix. Además, creo que limpié algo, dormí una siesta y leí una o dos páginas del libro de Deleuze sobre Spinoza. Buen domingo. Me pego una ducha y empiezo a subir las cosas. 

El día está medio nublado. En un momento flasheamos en hacerlo el lunes a la mañana, cuando —como había advertido Chidi, que mira el pronóstico— iba a llover.

Ya subí todo, capaz me falta alguna boludez, tipo el trapo de piso. Prendo el fuego, mucha leña (aunque no toda la que me hubiera gustado), palitos del Carrefour (son muy buenos, altos y finitos, todos cortados uniformemente), medio cajón de verdura ya cortado (creo), un cajón entero más y una bolsa de carbón. 

No me gusta usar carbón, pero: “é lo que hay”.

Me llaman. Llegan los tres invitados al mismo tiempo. Juanma, Chidi y Fermín. Cuando estoy en el ascensor (no había fumado nada en todo el día pero el ayuno me estaba haciendo un efecto raro) se me ocurre que el pancito de grasa —muy fino— iría bien con la criolla que preparé. Y el chimi, qué rico que estaba ese chimi. Y se me ocurrió en el ascensor que ese primer paso de comida iba a ser “la rompida de himen del ayuno”. Se cagaron de risa.

—¿Cuándo se te ocurrió eso? —me pregunta creo que Fer.

—Recién, cuando bajaba del ascensor, jeje —le respondo.  

Pensaba que recién comiendo algo podíamos fumar el primero y abrir un vino. Y Chidi me empieza a hablar de algo, no me acuerdo qué, y escucho a Fer que dice: —Sí, boludo, iba por el segundo polvo y estaba tipo todo re duro por el ayuno —y pone las manos tipo momia—, y encima se me pinchó un forro.

Fue buenísimo. Porque fue como una toma de cine, tipo la cámara en mano gira de Chidi a Fer, onda las primeras pelis de Lars o el último video de Paquito Amoroso. Y hablamos un poco más, no me acuerdo de qué, y le digo a Juanma que traiga el paquete de Don Julio. Aunque antes tengo que contar que pasó algo muy gracioso el viernes, que fue que les escribí a los de la parrilla y les mandé toda la lista con los cortes que quería (la tengo en el borrador de un mail):

Asunto: asado domingo

Fabrizio Sanguinetti <fabro.san@gmail.com>

vie, 29 oct. 09:31 (hace 8 días)

para mí

Ojo de bife con hueso. 850gr

$1.995 c/u

Asado del centro

Media porción (700 gr. aprox)

$1.690 c/u

Ojo de bife

$1.120 c/u 500gr

‍Chorizo Valles Calchaquíes

$495 c/u

Molleja de corazón 500gr

$1.192,50 c/u

Chinchulín

$345 c/u

Provoleta de cabra

$365 c/u

Pan de grasa

$85

Y después me entero que le había escrito a la parrilla, y no a la carnicería, y me responden a la tarde con un “buen día”, tipo sos re manija mandando esa lista a las 9 de la mañana. 

Bueno, pensaba que Juanma se iba entusiasmar por ir a buscar el paquete con todas esas delicias, que estaba todo sellado, con etiquetas negras con letras blancas que decían “Don Julio” y una bolsa de papel madera re linda. Pero me dijo:

—Pedile a uno de ellos, yo pagué por todo.

Y alguien trajo la bolsita. Muestro. Presento los cortes uno por uno. Debo reconocer que el tomahawk (así es la denominación cipaya) u ojo de bife con hueso como aparecía en el Instagram, o “pescuezo” como aparecía en el corte que llegó, terminó siendo muy rico. Y fue emocionante. Todos lo habíamos visto en fotos pero nunca lo habíamos probado. Y sí, era muy rico.

A las 17:45 arranco el fuego, ponele que a las 18:30 o 19 estábamos comiendo la provo de cabra. Rica. Aunque se me pasó un poco y es medio suave. Son mejores las de El Quincho (ese amigo de Chidi sí que la hizo bien con eso).

19 y pico el chori. Rico aunque le faltaba un poco más. El chimi era muy bueno. Y de ahí, no me acuerdo… molleja, la tira estaba buenísima (asado “de centro”), y bueno, ahí el ojo de bife, bien gordito, medio rojito, como le gusta a Juanma, y él sacándole fotos a todo, para Rob, el amigo yanki que lo metió en la empresa de no sé qué cosa, tipo cripto, pero que también organizan lo financiero de una empresa o algo así, y que genera “riqueza genuina”, que le permite financiar esto e invertirlo en una reunión, en algo para pasarla bien y ser feliz de la vida, pero también para hacer chistes y también para que pueda gozar del poder de poder decir: “yo lo pagué”, y lamentablemente estuvo mucho tiempo con el celu, pero porque tenía que laburar para un cliente del Estado (“riqueza ingenuina”), pero igual nos cagamos de risa, yo tiré un par de frases de Mallmann (menos de las que hubiera querido), pero leí un poema que había escuchado la noche anterior, que era de amor y usaba las palabras Lanata y Nelson Castro, y Juanma y Fer hablaron de una cosa, y Chidi y yo de otra (de qué se habló queda reservado para los que participamos), y después hablamos los cuatro, flasheamos sobre cuál podría ser el próximo evento, un funeral o una campaña política, yo sería el protagonista de ambas, me gusta más la del funeral siempre y cuando la gente entienda que es chiste (sobre todo mi vieja) y después sacamos el tomahawk y Juanma hizo una perfo en la que se colaba el hueso por el orto y que decía lo que estaba comiendo era como un licuado del pito y de la concha que se había garchado los días pasados y nos cagamos de risa y a las 22:30 ya estábamos re llenos y comimos el flan con dulce de leche (uno artesanal que el papá de Chidi ya le había entrado y otro Colonial de La Serenísima)  pero no quedamos tan del orto porque era una buena carne y habíamos ayunado y más temprano Juanma me dice de escribir una narración del asado (no hacer un corto, una narración, un cuento) y en esa estamos.   

Fabrizio Sanguinetti

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