Reseña Cuento de la selva

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El M.A. por la Universität Potsdam y crítico de cine Tomás Vellani ofrece sus impresiones sobre el corto Cuento de la selva (Dir. Juan Manuel Cafferata, 2021).

Fabrizio (Fabrizio Sanguinetti), un joven actor que rehúye de las etiquetas viaja a Misiones con sus amigos.  ¿El objetivo? Pasar un buen rato y, de paso, filmar un corto con la esperanza de ser convocado para actuar “en una peli a todo trapo” con “todos los grosos”. ¿O es al revés y el objetivo es grabar un corto y de paso reírse un rato? No lo sabemos. Fabrizio tampoco. Lo escuchamos reflexionar de forma crítica sobre sus dotes de actor y sus chances de lograr el estrellato, intercalado con comentarios new-age sobre cómo el éxito no es más que hacer lo que a uno le gusta. Si la única duda de Cuento de la selva fuera el debate interno entre la pulsión de querer ser vs. la conformidad y la satisfacción con uno mismo, estaríamos ante un atractivo coming of age tardío para personas en la segunda mitad de sus 20s, apoyada por unas hermosas imágenes del noreste argentino. Sin embargo, donde Cuento de la selva flaquea es que la duda va más allá de los personajes y atraviesa la obra entera. No es sólo Fabrizio, el guion tampoco sabe bien qué camino tomar. Hay muchas ideas excelentes allí. La tensión entre capital e interior, el paralelismo entre el aventurero del cuento de Quiroga y nuestros viajeros, las dinámicas de un grupo de amigos. Nada es explorado en profundidad. Incluso la escena final, con un logrado contraste entre las imágenes de ensoñaciones misioneras y la dura capital, no termina de aclararnos qué era lo que buscábamos.

Las imágenes son hermosas, dignas de los más aclamados dramas misioneros como La Ciénaga.

Esa flaqueza es una pena, puesto que la narración de Fabrizio Sanguinetti es excelente, así como también sus ensayos del cuento de Quiroga. El resto del elenco (Ignacio Santoro como un apuesto politólogo y Bruno Bladilo interpretando al sherpa de este viaje misionero) también ofrece interpretaciones auténticas, sin sobresaltarse ante la cámara voyeurística de Juan Manuel Cafferata.

La fotografía merece un comentario aparte. Las imágenes son hermosas, dignas de los más aclamados dramas misioneros como La Ciénaga. Pero adolecen del mismo problema que el guion. A pesar de su atractivo, bien podría tratarse de una publicidad del PreViaje, o de una nueva colección cápsula de la China Suárez para jóvenes chicos apuestos. Es casi como si estuviéramos observando un material recolectado sin un propósito preciso, que luego encontró su lugar en este guion.

Es una obra con todos los ingredientes para ser genial que cae víctima ante la falta de una visión. Quizás como Fabrizio, debe decidirse si quiere ser “una peli a todo trapo”, o existir para divertirse.

Cuento de la Selva está disponible en TOXI Media

Texto

Tomás Vellani, M.A.

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